domingo, 22 de febrero de 2015

Capítulo V


Tomé mi cuaderno y mi lápiz, después seleccioné 3 libros, uno plenamente identificado con el pensamiento de las Logias, escrito por uno de sus miembros, el otro veladamente masón, escrito por un seguidor de la Iglesia Metodista Unitaria y el tercero, la Biblia Latinoamericana, que posee un lenguaje sencillo pero muy comprensible. Dispuesto a empezar con este nuevo tema, salí al jardín llevando también conmigo mi guitarra. Había varias opciones para empezar el tema; partiendo de la salida del patriarca de la ciudad de Ur, (Biblia Histórica), o bien a partir de los escritos atribuidos a Moisés en su libro de Génesis (Biblia simbólica interpretada por grupos de la masonería) o siguiendo la secuela de la Biblia Latinoamericana (Biblia Tradicional basada en la Fe). Me decidí por la segunda, tratando de recorrer, como mi Ángel me había dicho, los caminos torcidos de algunos grupos denominados herméticos. Acababa de leer en el periódico una nota referente al mensaje de Navidad, que, en un día lluvioso, dirigió a la gente congregada en la plaza de San Pedro, el Papa Benedictus XVI, y a pesar de su importancia, el tamaño de la nota en el periódico era pequeñita. No lo transcribo en forma literal ni total, apuntando lo que me pareció más importante.
“La ciencia está vacía si la Fe está ausente, el Papa advierte”
El discurso de Navidad toca además el estado del mundo.
Washington Post.
El mensaje del día de navidad contra los avances tecnológicos hechos en ausencia de la creencia religiosa.
"Hoy, nosotros podemos manejar una vasta cantidad de recursos materiales, pero el hombre y la mujer en nuestra era tecnológica, llevan el riesgo de llegar a ser víctimas de sus propios logros intelectuales y técnicos, terminando en una barrera espiritual y vacío del corazón. La época moderna es vista continuamente, como el despertar de la razón sobre las sombras, en un alumbramiento de la humanidad después de una edad de tinieblas. Pero sin la luz de Cristo, la luz de la razón no es suficiente para alumbrar la humanidad y el mundo”.
El tradicional mensaje "Urbi et Orbi" "Para la ciudad y el mundo" fue un repaso de las condiciones mundiales.
Menciona en forma especial a: Irak y Líbano en tierra Santa. Sudan en África y Corea en Asia.
Era indiscutible que gran parte del mensaje del Papa, estaba dirigido a los grupos en el poder, pero no las mencionaba por razones obvias de estrategia y diplomacia, como tampoco fueron mencionadas en la revelación del “Tercer Secreto de Fátima”. Solo es cuestión de tiempo, para que estas relaciones de tregua se rompan, y dar paso a la fase del martirio y persecución que caracterizo a la Roma Imperial para con los grupos cristianos, esta vez con la participación del Anticristo anunciado en los Evangelios, y cuya edad está en la fase de su presentación al Templo.
Un 26 de este mes, en un día dedicado por la Iglesia al martirio de San Esteban (primer mártir de la Iglesia) será dado a conocer a videntes, según lo señalado por ellos mismos, el día en que señales misteriosas aparecerán en el cielo y por rezones diplomáticas, no se habrán de publicar. Todo esto ha beneficiado a los grupos, fortalecidas en las sombras, debido a la guerra secreta que se da en el silencio. Dispuesto a empezar mi historia con algo concreto al tema, escuche una voz interior que parecía provenir del Ángel de piedra que está cerca de mi banca, y que me decía: “No te asustes, soy Gabriel, Mensajero del Señor, y he venido a colaborar en tu historia.”
Mi sorpresa fue no verle como a los demás seres espirituales que habían estado conmigo, pero había aprendido a ser discreto con ellos y a esperar sus respuestas. La voz continúo: “Mi participación en los acontecimientos ocurridos desde la salida de Abrahán de la tierra de Ur hasta los últimos días de Jesús en la tierra, que culminan con su ascensión a los cielos y en los cuales, mi presencia fue constante, ha sido motivo para que me haya sido encomendado guiarte en ellos”. La historia del judaísmo como estos grupos hacen referencia, empiezan con Moisés, y es él, quien le da forma de pueblo y nación, la Iglesia no lo niega y siempre ha sostenido este hecho. Moisés, además de la inspiración divina que le fue dada por Dios, tomó de los relatos orales de la tradición hebrea, así como de tabletas de barro y sellos patriarcales, que grupos y familias habían guardado celosamente con las pertenencias que traían consigo de Ur. Abran, fue instruido en el culto al Dios olvidado que sus ancestros rendían antes del diluvio. Cuando su familia llegó a tierras de sumeria, siguiendo la corriente migratoria de otros clanes o grupos de familias, se establecieron en la ciudad estado de Ur, donde su padre logró una posición económica envidiable, gracias a su habilidad para la fabricación de ídolos. “Abran, quien celosamente guardaba la tradición del Dios único en su corazón, recibió un mensaje que yo implanté en un sueño, y le dí a conocer el deseo de nuestro Dios, de abandonar Ur en busca de una tierra que Él le prometía y donde podría rendirle culto abiertamente. Para todo el pueblo de Ur, fue una locura que un ciudadano de esa ciudad estado, que parecía disfrutar de lo que hoy le llamarías “El sueño americano” abandonara todas sus posesiones y encabezara el grupo o tribu que componían familiares, esclavos y amigos, para seguir el llamado de su Dios’. Algunos grupos suelen confundir el Dios de Abrahán con los cientos de dioses familiares a los que sus contemporáneos rendían culto. Cuando la Biblia menciona el Dios de Abrahán, Isaac, Jacob, lo interpretan como sus dioses familiares paganos, pero se olvidan que ese grupo de dioses familiares paganos, estaban bajo el dominio de Dioses mayores entre los que destacaba Henlil su dios principal, mientras que el Dios de Abrahán, era único y estaba sobre todos los demás "dioses" lo cual se menciona en sus libros y tradiciones que relatan la forma en cómo su Dios derrota y avergüenza a todos sus dioses, aunque estos grupos insisten que así como Amenofis III dió a "Ra" la supremacía sobre los dioses egipcios, fue Moisés quien dio la supremacía del "Dios de Abrahán" sobre sus demás dioses. Ya analizaremos posteriormente estos relatos. Este hecho de seguir el llamado de Dios que para muchas fue locura, le dió a Abrahán, el título de Patriarca de la. Las Fuerzas que ostentan el poder mundial, en su lucha de la “Razón” contra la “Fe” ponen en duda la existencia de Abrahán, por no existir datos que lo mencionen antes de Génesis, por lo que piensan que fue la mente de Moisés, la que dio origen al Patriarca. Esta forma de pensar no es de extrañar en ellos, que ya en Nietzsche (Filósofo Alemán de gran tradición cristiana en la Reforma Luterana) afirmaba que no había sido Dios quien creó al hombre, sino el hombre que concibió a Dios en su mente. Que se puede esperar de lo que piensan de Abrahán, de Isaac, de Jacob y de sus doce hijos que, según Moisés, constituyen las 12 tribus de Israel y además vierten dudas de la existencia de Moisés o distorsionan su figura, así como la de su Dios que, en Sinaí, se le hace presente, o de Elías, de quien aseguran fue tomado por una nave intergaláctica. “Si tu historia, siguiendo el paralelo de las Logias, empieza con Moisés, vamos a indagar primero quien era Moisés. Para eso vamos a regresar nuestras mentes al pasado”, y dicho esto, sentí como si la mesa del jardín flotara conmigo y mi mente perdía la noción de tiempo y espacio y aunque mis ojos permanecían abiertos, parecía como si el paisaje desapareciera en una especie de remolino dando vueltas alrededor mío donde solo la estatua del ángel permanecía clara mi vista. Cuando mi mente recobro de nuevo la percepción del jardín, quedaba un gran hueco en ella, que no sabía precisar si fueron segundos o años los que estuve ausente. Solo entonces escuche la voz de Gabriel que me dijo: “Ahora que conoces la historia, ¡escríbela!” Así termino mi viaje con Gabriel. En ese momento, pude ver una sonrisa maravillosa y bella en la cara del ángel de piedra, como si le agradara divertirse con las preguntas que mi cara formaba, pero no es la sonrisa de los Ángeles una sonrisa motivada por su mente superior sobre la nuestra, tratando de burlarse, sino más bien, es como la de un hermano mayor que mira a su hermano pequeño al cual ama y trata de enseñar, viéndolo mover sus manitas tratando de imitarlo y devolverle la sonrisa.
Volé a mi computadora tratando de ordenar mi pensamiento, y aún emocionado con lo acontecido, sintiendo como si Gabriel me estuviera dictando, empecé: Egipto en tiempo de Amenofis III también conocido como Amenhotep III, era un imperio fuerte donde los faraones habían recobrado el control del alto y bajo egipcio, con la expulsión de los reyes pastores de la dinastía de los Hyksos, esto me recuerda que los antiguos habitantes de sumeria designaban a sus Reyes como "Pastor".  En tiempos de Jesús, pastor era una de las posiciones sociales menos remuneradas, sin educación y generalmente viviendo largas temporadas con los rebaños en el campo, expuestos a los peligros de fieras y ladrones. Por eso la Biblia los menciona como los primeros en ser avisados por los ángeles para venir a rendirle honor a la criatura, nacida en una cueva que servía para proteger a los animales y a los pastores, del tiempo y de las fieras. Jesús mismo, se auto nombró como el buen pastor que cuida de su rebaño y es por eso que ésta palabra, guarda un doble sentido en la Biblia, es decir, como la presencia de un Rey identificado con su pueblo, que da su vida por salvar a su rebaño, y como la de un ser sencillo, humilde y último de la estructura social de su pueblo. Debemos recordar que la influencia sumeria, llegó a los judíos, por su estrecha relación con otros pueblos de la región, de ese hermosa y fértil tierra conocida como la de “La Luna Creciente”, por lo que es de suponer, que esos gobernantes del bajo egipcio, provenían de tierras del Oriente de pueblos del desierto o las montañas, como la familia de Abrahán. Para volver a Moisés, quiero dejar para otra ocasión, la historia de los patriarcas y las costumbres que acarreaban con ellos en su vida seminómada, o dicho de otra manera, pobladores del desierto con la que estos clanes eran conocidos. La necesidad política para negociar y convivir con los imperios cercanos a Egipto y que parecían expandirse y fortificarse cada día más, fue lo que motivo a este faraón Amenofis III, a establecer relaciones diplomáticas con ellos, cuyos embajadores eran en realidad, espías en otros países. Utilizando el lenguaje Hitita que era el lenguaje diplomático de la época, empezó a comunicarse con ellos a través de tabletas y papiros, que fueron encontrados en Tel-EI¬Amarna o Aketaton, ciudad que fue construida por Akenatón, el cual mantuvo estrecha correspondencia con pueblos como los Hititas, Hurrianes, Mitanitas, Asirios, Babilonios, etc., pero lo interesante fue lo siguiente: En su relación con el rey de Mititán, cuya capital Washukanni aún no ha sido localizada, y que guarda parte del secreto culto de Atón, este rey le envía al faraón Amenofis III, una de sus hijas llamada Gilukhipa, para desposarlo, pidiéndole a cambio, una estatua de oro de su mismo tamaño, a fin de recordarla en su palacio. Este mismo rey, le envía la estatua de Isthar, para curarle de sus enfermedades, por lo que debemos entender que esta nación era pagana, pero que mantenía entre sus cultos, el culto al Dios de Abrahán, aunque posiblemente modificado. Era costumbre de los egipcios, adoptar extranjeros, pues con ellos se pretendía obtener influencia con los pueblos a los que dominaban o les servían. Algunas veces se tenía relación con esclavas, y el fruto de sus relaciones, era reconocido en forma legal. Esta fue la idea del rey, al obsequiar su hija al faraón, pero en este caso, éste debería verla como la princesa que era, y darle un lugar en su corte como concubina. La situación para Amenofis fue un poco difícil, ya que el fruto de estas relaciones, no tendría derechos legales sobre la sucesión faraónica, debido a la procedencia extranjera de su esposa, aunque sí podría gozar de un inmenso poder. De esta relación, nació Amenofis (IV) o Amenhotep IV, nombre que utilizó cuando fue instalado como regente, quien volvió a cambiar su nombre por el de Akenatón, el día que fue instalado como faraón temporal. Éste fue educado en la tradición de su madre, y por supuesto, en la dedicada a la realeza egipcia. Amenofis III, toma de estas relaciones con la madre de Amenofis IV (Akenatón), el culto de un dios olvidado, cuyos sacerdotes de la escuela de Tebas, identificaron con el antiguo ritual de Ra, y considerando que sería conveniente unificar la religión para consolidar la unidad del reino, que se seguía viendo como dos tierras en pugna (alto y bajo Egipto) fue que ordenó la reestructuración del culto a sus dioses, no pudiendo desterrar el culto a Osiris, que permaneció como señor del Tuat (infierno) pero sí, logro poner a este dios, bajo la autoridad de Ra, que era el mismo Amen del cual había tomado su nombre para gobernar “Amen Hotep”. Las relaciones con esta princesa mitanita se realizaron en una edad sexual activa, pero su matrimonio con su legítima consorte Tiye o Kya, solo le dio mujeres, llegando el momento, en que la enfermedad y la edad le impedían seguir tratando de obtener un heredero legitimo al trono. Durante ese tiempo, su hijo al que la historia conoce como Akenatón, había conocido una doncella habiru, que estaba al servicio de su madre, y probablemente, hija de una de las damas al cuidado de la princesa, que habían llegado con ella, y un esclavo habiru al servicio del faraón, establecido ya en Egipto. Hay que recordar, que, con este nombre, se conocía toda la mezcla de razas orientales de costumbres seminómadas, provenientes del desierto o de las montañas, el cual fue transformado por la palabra “hebreo” para designarlo como pueblo nación. De esta relación, entre la joven doncella Sitbmun y Akenatón, nació Thersander, a quien el faraón adopto como su hijo, tratando de obtener una opción en la sucesión del trono, ya que ambos llevaban su sangre, y nunca estaba de más, tener uno de repuesto en caso de muerte de uno de ellos. Este hijo fue educado bajo el cuidado de Kya, pues su sangre real no permitía ser educado por su verdadera madre, de aquí nace probablemente la leyenda o historia de Moisés, nacido de una doncella habiru y educado en la corte, pero en este caso, no es la hija de Faraón, sino su concubina, princesa Real, madre de Akenatón, quien ayuda a la consorte real a criar este vástago, el cual no es Moisés, sino Thersander, sirviendo como modelo a los despistados judíos en la historia de Moisés. Amenofis IV (Akenatón) se desposa posteriormente con una mujer bellísima, de ascendencia real, la cual es conocida en la historia como Nefertiti, con la cual empieza a procrear tratando de obtener un hijo que tuviera mayores derechos legales para gobernar, pero de este linaje, come si los dioses se negaran a favorecerle, le fueron dadas solamente unas hermosas mujercitas como su madre y cuyos nombres fueron: Mekataten que se dice murió a la edad de 14 años, como consecuencia de un incesto ocasionado por su padre, que trataba de obtener un heredero (Esta historia sin comprobar, cuenta con la momia momificada de esta princesa, de la cual no se han sacado datos del DNA de su feto). Otra de sus hijas, Meritatén, fue designada esposa de Thersander, y la más pequeña, Ankhesenpaaten, fue seleccionada para Tutankhamén, ambas asesinadas por los generales Aye y Horemheb después de la misteriosa muerte de Tut.
Amenofis III nombra a su hijo mayor Amenofis IV (Akenatón), regente del reino, con el nombre oficial de Amenhotep IV, el cual le ayuda a gobernar debido a que su edad y su enfermedad le impiden hacerlo apropiadamente, sin embargo, el problema de la sucesión seguía preocupándole. En Egipto, el problema de sucesión era materia grave, debido al gran poder de los faraones. Éstos buscaban que su heredero (El nuevo Horus) fuera ratificado por los dioses, de ahí, el culto a la resurrección de Osiris y a la reencarnación de Horus en los reyes y faraones. De esta manera, el ritual mantenido por siglos en la ceremonia de ambos (el faraón muerto y resucitado en el nuevo Osiris en la estrella Sirius de la constelación de Orión y la resurrección de Horus en el nuevo faraón) aseguraban la obediencia y la lealtad de sus súbditos, que miraban esta elección, como voluntad de los dioses y a sus reyes y faraones, como dioses también. Todo esto es conocido e interpretado por las logias, casi de la misma manera, con excepción del origen de Akenatón, del cual no se dan registros debido a la destrucción de archivos llevada a cabo por la XIX dinastía. En su gobierno de regente, Amenofis IV (Akenatón), es enviado a Sinaí por su padre, donde Egipto poseía unas ricas minas de esmeraldas y cuyos obreros eran esclavos habirus trabajando en deplorables condiciones, por lo que se habían recibido noticias de inconformidad para con la autoridad del faraón. La relación de Amenofis IV (Akenatón) con estos grupos, dado su origen y su posición real, le daban una gran autoridad moral y política para resolver el conflicto. Durante ese tiempo, Amenofis IV (Akenatón) obtiene más informes acerca de ese misterioso dios al que llamó Atón (El desconocido o el Olvidado) y trata de avanzar en los conocimientos impartidos por su madre, logrando la recolección de tabletas y sellos de indudable procedencia sumeria. Una vez resuelto el conflicto con los obreros, y después de otorgarles mejores condiciones y salarios, regresa a Egipto con su comitiva y ejercito de refuerzo siguiendo el mismo curso que le trajo, es decir cruzando el mar rojo, por la parte cercana a Sinaí, que es el nacimiento de lo que hoy se conoce como el golfo y canal de Suez. Una vez que regreso a su país, el faraón le da a conocer su voluntad, la cual ha sido consultada con la casta sacerdotal de su pueblo. Le recuerda que desde siglos ancestrales, la elección de rey de Egipto, tenía que ser legitimizada por los dioses para acreditar su linaje real en la sucesión, solo que esta costumbre se había modificado en el transcurso de los tiempos, debido a la perdida de los secretor del ritual para viajar a la constelación de Orión, y que él mismo, había tenido problemas para ser elegido, debido a que era hijo de una concubina y que la consorte real le había dado una hija a su padre, que era su media hermana, la cual había reclamado el trono a la muerte de éste, pero que fue rechazada por la casta sacerdotal, acto discriminatorio que las logias tampoco le perdonan a esta dinastía,  por lo que la elección, debería estar apoyada por la casta sacerdotal y los militares de alto rango, y él debería considerar su siguiente misión, como un trabajo de estado. Kiye o Tye o Kya, esposa de Amenhotep III, mayor que Amenofis IV (Akenatón) en años, pero aun en edad de fertilidad, fue nombrada la consorte oficial del imperio a la muerte del faraón, desplazando a Nefertiti, y él aunque fuera designado faraón temporal, sería realmente un regente hasta que el hijo que debería tener con esta esposa, tuviera la edad para gobernar, por lo que, la sangre real que corre por la de Amenofis IV (Akenatón), se uniría a la sangre real de la consorte real del faraón de Egipto. De esta manera las clases sociales en el poder, entre la que destacaba la sacerdotal y la milicia, así como la élite de servidores del estado, aceptarían como legal y sin reservas, el fruto de esta unión, ratificándolo como faraón de Egipto, en ausencia del veredicto de sus dioses. La confusión de que kya, era la madre de Akenatón, de Thersander y de Tut, se debe a que la consorte real era un tipo de madre oficial para todos los hijos, (Abeja Reina) que en tiempos del ritual, no tenían problemas para ser aceptados por los Dioses por lo que muchas veces se anotaban sus nombres en registros y cámaras funerarias para legalizar su origen, pero que se convirtió en un peligro de estado, al utilizar otras formas más convencionales, con la participación de estas castas para hacerlos faraones. Aunque Nefertiti y su esposo nunca estuvieron de acuerdo, las circunstancias y la política de estado le obligaron a Amenhotep IV (Akenatón) a realizar esta misión. De ahí el mito de que Akenatón tuvo relaciones con su madre y los gnósticos a través de la filosofía y religión griega, lo tomen como la leyenda de Edipo. De esta unión, nació Tutankhaten, de tez oscura como la de su madre y fue designado por Amenhotep III para sucederle al trono, aunque la muerte se adelantó a este faraón, quien no pudo ungirlo como su heredero. Amenofis IV subió al trono temporal y decidió incrementar el culto al dios olvidado, uno de los dioses del pueblo de su madre, el dios sin nombre, el dios quizás de Abrahán, a quien Amenofis IV denomina como “ATON” y lo representó como un disco solar, del cual salen rayos de luz, quizás siguiendo la descripción de alguna de las tabletas recuperadas en Sinaí o el grabado de alguno de sus sellos con los que acostumbraban legalizas sus transacciones y que Abrahán debería de haber poseído, debido a su alta posición económica en Ur. Manda construir una ciudad para este dios y mueve la capital de su reino a ese lugar al que llama Akhetaton o mejor conocido como Tel-El-Amarna. La clase sacerdotal no está feliz y empiezan a conspirar contra él. Es aquí donde encaja la narración de la historia del ritual del Príncipe, ejecutado por Rafael, quien utiliza las sombras de la noche al estilo de los rituales de iniciación de los faraones, y que termina en el amanecer, con el bautismo de Thersander, quien es virtualmente rescatado de las aguas con el nombre de Semenkhare. Posteriormente, Akenatón, toma la decisión de partir nuevamente hacia Sinaí, pensando que tal vez ahí, encontrará el secreto perdido de la resurrección de los reyes, ignorando completamente la identidad de Rafael, a quien conoce solamente como el gran Sacerdote de la orden de Atón. Antes de partir, casa a Thersander con su hija Meritaten y le cede todos sus derechos de faraón Regente, los cuales implican, el cuidar de Tut hasta la mayoría de edad. Sin embargo, la casta sacerdotal desconfía de Semenkhare, quien ha sido iniciado en el conocimiento de Atón por Rafael y al cumplir Tut la edad de 7 años, logran que éste, le suministre un potente veneno a su hermano, que le causa la muerte, con lo cual la regencia pasa a manos de su general en jefe, Aye, a quienes las logias lo relacionan como un hijo de José, visir del faraón mencionado en la Biblia y hermano de Tiye o Kya, consorte real antes mencionada. Dejo para otras páginas, la retrospectiva de esta historia, de los hechos ocurridos al final de la XVII dinastía. Tut cambia su nombre de Tutankhaten (en honor de Atón) por el de Tutankhamén (en honor de Amen-Ra), rechazando con esto, el rito de Atón. La casta sacerdotal le prohíbe, nombrar siquiera, los nombres de Akenatón y los de Semenkhare (Thersander). Tutankhamén es casado con Ankhesenpaaten, la hija menor de Akenatón, y cambia su capital a Memphis donde gobierna por 13 años, al final de los cuales es traicionado por su general y muerto en forma misteriosa a la edad de 20 años. Se dice que Nefertiti ayuda en esta conspiración, tratando de proteger a su hija y a su nieta, dejadas a la muerte de Semenkhare. La verdad sobre el destino de Akenatón, nunca se supo. Unos piensan que permaneció en Sinaí donde murió, los grupos masónicos piensan que tal vez sea la figura legendaria de Moisés, otros más aseguran que regreso y al tratar de arrebatar el poder de las manos de Aye, fue asesinado en secreto y piensan que está enterrado en un lugar de Tebas, en el valle de los reyes. La momia de Semenkhare, fue encontrada en el sarcófago que debía de pertenecer a los restos de Akenatón, y está aún, bajo investigación, con el nombre de momia KV55, en la que se están utilizando las técnicas modernas del DNA, al igual que en la momia de Tut, para conocer la relación de ambos. Las dinastías subsecuentes, trataron de borrar todo vestigio de existencia de esta generación a la que llamaron "dinastía maldita" cuya relación con el presente, habré de revelar posteriormente. En las excavaciones en las que fueron encontrados los restos de esta dinastía, también fue encontrado todo el oro y resplandor de la corte faraónica en la tumba de Tut, el faraón niño, quizás ante el terror de que su tesoro era realmente maldito, el cual fue olvidado y evitado profanar. A la muerte de Tut, la esposa de éste, trato de recobrar el trono de su esposo y de su padre y fue asesinada por el general Aye. Tiempo despues, al morir Aye, toma el poder Horemheb y lo primero que hace para evitar una posible reclamación al trono, manda asesinar a Meritaten, la esposa de Semenkhare, quien huye con su hija y se refugia entre la población habiru, donde es traicionada y muerta, pero antes, secretamente, hace entrega de su hija, a un sacerdote del rito de Atón y amigo de Akenatón y Rafael, el cual se hace responsable de proteger a la joven; para continuar en su poderoso puesto, este sacerdote llamado Panchasy, tiene que fingir que ha jurado su lealtad a la orden sacerdotal de Tebas, partidaria del culto a Ra y que dominan la situación religiosa del Imperio. La doncella, de nombre Meritatén, como su madre, es hecha pasar como una parienta huérfano lejana, es educada en la clandestinidad en el rito de Atón y con el tiempo, la hace su concubina, de cuya unión nace Moisés, quien recibe el bautizo en agua, de manos del Arcángel Rafael, quien lo llama Atemosis (nacido de Aten) sacado del agua. Cuando Sehti I se informa de que hay un posible heredero al trono de Egipto, nacido de la hija de Semenkhare, es cuando manda buscar entre los niños de los esclavos, para desterrarlo o tenerlo prisionero, después de todo, él no era de casta militar y su terror a los dioses de obrar mal, le impedía cometer ese delito mencionado de matarlo. La Biblia menciona, que ordena asesinar a todos los niños por medio de sus parteras, para evitar su multiplicación, ocultando las verdaderas razones de la historia, pero quizás esto también sólo sea una exageración en la que después, el profeta Isaías, anuncia el asesinato de niños que ocurrirá en tiempos del Mesías y que fue ordenado por Herodes. La historia escrita de Moisés, parece ser tomada de un relato épico de las leyendas sumerias encontrada quizás en alguna de las tabletas rescatadas por Akenatón y leídas por Moisés y después recopilada por los escritores sagrados denominados Yhavistas en el tiempo de Salomón. Es la historia de Sargón, que narra cómo fue lanzado en una canasta al río, lo que realmente pudo haber pasado es que, Moisés haya sido dado en adopción a Sethi I y puesto al cuidado de una de sus hijas o concubinas, bajo la presunción de que era un Egipcio con sangre sacerdotal, hijo de un viejo sacerdote próximo a morir y una concubina muerta en el parto, esta adopción le daría a Moisés, una remota oportunidad de sucesión al trono, de esta manera su protector, sacerdote y padre, consideraba cumplida la misión de darle a Moisés una educación Real. Moisés (nacido del agua) cuya relación con Atón se omite por razones de seguridad que revelarían su verdadero origen, fue educado dentro de las normas de la realeza, teniendo como compañero y amigo a Ramsés  (Ra-Moses nacido de Ra). Un día, le fue revelado su verdadero origen y conoce a su madre y a sus otros medios hermanos. Meritatén, su madre, cuyo nombre se transforma con el tiempo al de María, a la muerte del padre de Moisés, se refugian en la población habiru donde se vuelve a casar y logra adeptos al culto de Atón, a quien cambian de nombre, llamándolo “Dios de Habrán” siguiendo la tradición de su pueblo Mitanita y que no causó sospechas, debido a la gran cantidad de dioses a los que se daba culto en Egipto. Moisés es iniciado en el culto de Atón y le es revelado su nombre. Sus visitas a los gettos habirus, se hacen constantes y con ellos aprende la lengua Akadiana en la cual están escritas las tabletas y sellos conservados por los habirus. La educación real de Moisés, y su estudio de otras lenguas, como la Hitita, le hacen aprender rápidamente. La revelación de la capital perdida del pueblo de los Mitanitas, que los historiadores localizan al norte de Haran y Assur (actual Siria) pero movida y tal vez y enterrada en arenas del desierto del Sinaí o en las tierras adyacentes de Median, donde se guardan supuestamente grandes secretos de este Dios, entre ellos, el ritual perdido de los Faraones, le hacen seguir los pasos de su antecesor, pero al dar Moisés a conocer su origen, como descendiente de Akenatón, Sehti I, lo destierra del país, para evitar toda posibilidad de reclamo al trono, mediante una posible sublevación de la inmensa población de esclavos habirus en el reino, y no como los escritores bíblicos de tiempos muy posteriores, trata de relatar, en una historia en que se convierte en asesino y huye del furor del faraón. Moisés es desterrado y escoge Sinaí, pensando descubrir la misteriosa desaparición de su tatarabuelo así como profundizar en el secreto culto de Atón y buscar la ciudad enterrada de los Mitanitas en el desierto, pero nunca perdió su investidura Real, adquirida con la adopción. Sethi I le deja ir, pensando que tendría un aliado en esa apartada y problemática provincia de Egipto y quizás lo recompensara con parte de su trono, si lograba recobrar el ritual de resurrección empleado por los Reyes de las pasadas dinastías y perdido alrededor de 1400 AC en su guerra con los Reyes pastores de Memphis de la Dinastía llamada de los Hyksos, cuya capital era conocida como Avaris en el delta del Nilo. Siguiendo esta  genealogía, Moisés fue el primogénito de Meritatén, nieta de Thersander, a quien Rafael bautizara, y su relación con Aarón, fue probablemente simbólica o tal vez, éste último, fue hijo de otra esposa del esposo de su madre el sacerdote Panchas o quizás, era primo o pariente retirado en la familia en la que Meritatén busco para ocultarse. Así se cumplirían las palabras dichas a Semenkhare en su bautizo por Rafael "Tú serás heredad del Dios vivo”. La rivalidad de Ramsés II con Moisés, nunca se dio en su estancia en la corte, como se pretende hacer creer, en algunas películas de holywood, Ramsés sería el faraón designado a la muerte de su padre o en su defecto, alguno de sus hijos. La probabilidades de Moisés para ser faraón, eran nulas, y tendría que demostrar además, su sangre real, que nunca lograría ser aceptada, por su parentesco con la dinastía "Maldita". Es por eso que muerto Sehti I y colocado Ramsés II como faraón, éste recibe a Moisés sin amenazas ni rencores, ignorando por supuesto sus intenciones de reclamo para liberar a su "pueblo" que, en todo caso, sería como dividir su reino, dándole en heredad a su "hermano" la parte más conflictiva y menos fértil de su imperio, con excepción de sus minas de esmeraldas que no estaban produciendo lo suficiente. Solo que había otras razones para negarse, que después explicaré en otro capítulo. La historia de Moisés, es imposible de relatar en unas cuantas páginas, sobre todo porque su vida abarca la vida del pueblo hebreo hasta su muerte en los límites de la tierra prometida, y las historias que aún se desarrollaran, tendrán mucho que ver con la lógica masónica de mezclar el rito faraónico de la resurrección que según ellos, es conservado a través de grupos secretos de iniciados y que llega a Jesús y a Santiago, el apóstol cabeza de la iglesia cristiana en Jerusalén, en el que ambos, según ellos, están relacionados con los judíos Essenos de la comunidad de Qumran (descendiente de los maccabeos) y que son guardianes de este secreto, asignándoles la representación de las dos columnas de su templo que para las logias significan Estado e Iglesia, correspondiéndole a Jesús la de Rey, y a Santiago, la de Sumo Sacerdote. Y por supuesto las logias insisten en su conexión con estos grupos, mediante sus rituales, y aseguran que logias existentes, poseen este secreto, como la logia “Huesos 32" que se distingue por una calavera y que tiene un selecto grupo de iniciados en el mundo que no pasa de 300 miembros, a la cual pertenece un ex presidente de los Estados Unidos muy conocido y que está muy ligada a la Logia de los “iluminati” o enemigos de la Iglesia. Este grupo, pretende haber heredado el secreto de resurrección, de culturas anteriores a la de los faraones, pero, sobre todo, parece estar intensamente ligado a las fuerzas élites, precursoras del Anticristo, el cual será un tema que ampliare cuando llegue el caso. 
Agotado de escribir la introducción de este tema y después de revisarlo, pude ver lo frágil de las bases en que está sustentado. Busqué en mis otros dos libros, tratando de encontrar un apoyo a mis escritos, pero en uno, sólo encontré una historia de cristianismo disfrazado, que orillaba al ateísmo encubierto de los grupos herméticos y en otro, un relato contenido en la Biblia, escrito en un maravilloso, mágico y divino surrealismo con el que Dios, pretendía educar a su pueblo en el camino de la confianza, de la fidelidad y de su amor, mediante un convenio de Fe realizado con Abrahán para con su pueblo, pero que estos grupos, obstinados en un ritual diabólico o fantástico, confiando en la luz de sus mentes, desechaban este camino señalado en cada letra de la Biblia. Frustrado de mi propósito, quise borrar lo escrito, pero para mi sorpresa, mi computadora no respondía, quise apagarla y desconectarla, y ella seguía encendida. Opté por guardar la página y esta vez, accedió a mi comando. Sabedor que en todo esto estaba la mano misteriosa de un Ángel, tomé mi guitarra y mi café y salí al jardín donde me senté junto a la estatua del ángel de piedra. Éste parecía sonreír, por lo que sonriendo yo también, empecé a entonar el himno de María, contenido en el Magníficat y que fue el canto que llenó su corazón, como respuesta al mensaje recibido por Gabriel en que le anunciaba que sería ¡La Madre Del Hijo De Dios! Y así se lo hacía saber a su prima Isabel, en respuesta a su saludo y quien a su vez, embarazada, esperaba la venida de Juan, que dada su avanzada edad, fue la razón principal de María de la visita de tres meses que realizó para ayudarle en sus quehaceres y en su parto.
Esta era ¡Su respuesta de Fe!

“¡Mi alma alaba la grandeza del Señor!
¡Y mi espíritu se alegra en Dios mi Salvador!
Porque ha mirado con misericordia a mi soledad
Y mi nombre será exaltado por siempre”.


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